
Cuentan que, una madrugada, Mani (Primal Scream) y Noel Gallagher (Oasis), quedaron tan ensimismados escuchando su álbum de debut que llamaron al vocalista de Kasabian, Tom Meighan, para confesarle su devoción. Nada extraño, teniendo en cuenta que estos veinteañeros de Leicester parecen ser los herederos del rock electrónico y lisérgico de los primeros y de la actitud desafiante de los segundos. Con su primer disco, «Kasabian», se desmarcaron del revival «ochentero» impuesto por Franz Ferdinand para mirar a los noventa, la movida de «Madchester», la escena «rave» y a grupos como Stone Roses o Kula Shaker. Ahora, con «Empire», aspiran a conquistar el imperio a través de una gira que les lleva este fin de semana a Madrid y Barcelona. «“Empire” es una palabra sacada del “slang”. Porque un grupo de rock es como una pequeña banda e “imperio”, un término para definirnos a nosotros mismos. Va más allá de la referencia política que pueda entenderse en castellano», comenta un taciturno Serge Pizzorno, guitarrista, compositor y cerebro de Kasabian. de viaje con el dr. who Su historia es la de tantos otros grupos surgidos de las islas: chicos de clase obrera, que arañaban tiempo para ensayar (en su caso, en una pequeña granja) y que, de de repente, se vieron en lo más alto gracias a «singles» como «Club Foot» o «L.S.F (Lost Souls Forever)». Y todo sin salir de Leicester. «Sí, dicen que es un sitio aburrido, pero ante todo es muy tranquilo. Y no es difícil encontrar inspiración en las calles», apunta el músico. Origen humilde, pero aspiraciones altas. «Tom (el vocalista) comentó hace tiempo que el nuevo álbum sonaba como si Marc Bolan», difunto líder de T. Rex, «estuviera fumando “crack” con el Dr. Who... Bueno, es una opinión. No creo que las drogas sean tanto una inspiración a la hora de interpretar música como en el momento de escucharla. No son una parte fundamental del proceso», dice Pizzorno. Y es que su música, y sobre todo sus directos, están concebidos como una experiencia, más que alucinógena, mística. «El hecho de que mezclemos rock, techno y psicodelia no es algo preconcebido. Forma parte de nuestra evolución como grupo. Se trata sobre todo de excitar a los «fans». Queremos transportarlos al jodido espacio. Ofrecerles algo que les permita soñar de nuevo...». Así, avisa de antemano al público que acuda a La Riviera y a Razzmatazz: «Encontrarán mucho ajetreo, pero, sobre todo, un lugar para evadirse». Sacaron su nombre de una componente de la familia Manson («no somos admiradores suyos, fue más un acto de provocación», aunque «Kasabian» también significa «carnicero» en armenio. una escena abultada Pese a tan oscuros precedentes, tampoco se libraron de la etiqueta de «hype» que parece acompañar a todo grupo británico de nuevo cuño. O lo que es lo mismo, que su éxito podría residir más en la promoción que en los méritos artísticos: «Sabemos a lo que nos dedicamos y dónde estamos. Es cierto que en Gran Bretaña nacen un montón de bandas y hay creada una escena. La gente debe escuchar, elegir y, a partir de ahí, aceptarte o no. Por lo que nos toca, nos limitamos a ser una banda de rock and roll. Las críticas negativas no nos afectan». Y si de críticas hablamos, ¿cuántas veces les ha recordado su parecido con Primal Scream? «Desde que sacamos “Empire” parece que eso se aca- bó. Somos muy “fans” de Primal Scream, pero nos alegra que ya no nos pregunten por ellos». «El que mezclemos rock, techno y psicodelia no es algo preconcebido. Se trata de excitar a los “fans”», aseguran.
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